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Rey, e´, S, Coatemo. 1525-1529 / 2019

El 2 de febrero de 1949 la arqueóloga Eulalia Guzmán (primera antropóloga en México y quien fuera asistente de Alfonso Caso) fue comisionada por la SEP y el INAH para excarvar bajo el Templo de la Asunción en Ichcateopan Guerrero, donde según documentos pertenecientes a Don Florentino Juárez (oriundo de la comunidad), se inscribían datos sobre el paradero de los huesos de Cuauthémoc, el último tlatoani mexica. El descubrimiento llevado acabo por Juárez y Guzmán ahonda en lo que Michel Foucault ha llamado una "contrahistoria", donde el otro (lo indio reprimido), convierte en realidad las narraciones ocultas para la historia oficial. Sumado a este conflicto, se encuentra la transgresión simbólica en la que una mujer investiga la tierra de la nación mexicana. El resultado de esta contrahistoria, rompe la tradición colonialista que desde el siglo XIX exigía una estructura científica de marcado carácter piramidal: quien construye la historia es la elite y no el pueblo, así como la presencia de lo femenino se mantiene al margen de la actividad arqueológica. 

 

Según la historia, Cuauthémoc quien fuese hijo del soberano azteca Ahuízotl, nació en Ichcateopan Guerrero y fue ejecutado el 28 de febrero de 1525 en Tabasco. Sus restos fueron trasladados por un grupo de guerreros a su tierra natal, y fueron inhumados posteriormente por órdenes del franciscano Fray Toribio Motolinía, quien dio nueva sepultura a los restos bajo el altar principal de la nueva iglesia y sentenció que esta información debería de permanecer secreta. Entre los documentos que mostró Salvador Rodríguez Juárez (hijo de Don Florentino) a Guzmán, se encontraba una hoja en blanco que contenía la firma de Motolinía, la cual, al someter a una prueba de calor, salió a la superficie. Posteriormente, la tumba del rey fue hallada en donde la crónica y los documentos trasmitidos de generación en generación apuntaban.


Durante el proceso de excavación y con la controversia generada, una nueva comisión fue formada por Alfonso Caso y Manuel Gamio -consolidados arqueólogos del Estado- quienes comenzaron por rechazar los hallazgos de Guzmán, aludiendo a que su equipo había perpetrado el entierro sin realizar registros necesarios por lo que era imposible valorar si el entierro era genuino, además de considerar como inválidas las fuentes de Don Florentino. La polémica entre la comisión oficial y la no oficial se enfrasco en una lucha política entorno a la construcción ideológica del pasado y el presente indígena.

 

Para profundizar en el enigma de Ichcateopan, una nueva revisión sobre los trabajos arqueológicos fue liderada por el destacado arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en los años ochenta a quien se le pidió reabrir el caso. El arqueólogo continuó la argumentación planteada por la comisión oficial de Gamio y Caso, y mitifico aún más el asunto cuando aportó nueva información respecto a que los huesos pertenecían a ocho individuos distintos provenientes de distintas épocas. Tal parece que las preguntas sobre el caso seguirán eternamente abiertas, quizás lo único seguro es que la historia se encuentra mitificada en pro de quien ejerce el poder sobre ella. A los 94 años de edad, Eulalia Guzmán falleció. Según el periódico El País, tres meses antes de su muerte había anunciado que pediría al presidente Miguel de la Madrid se reabriera el caso, por lo que posteriormente el INAH renegó volviera a suceder, puesto que el caso se ha considerado cerrado. 

 

Este proyecto fotográfico consistió en investigar específicamente el apartado de "Ichcateopan" perteneciente al archivo fotográfico de Eulalia Guzmán albergado en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Conformado por múltiples fotografías sobre la excavación realizada en dicha comunidad bajo la Iglesia de Santa María de la Asunción en el año de 1949. El archivo presenta un amplio estudio sobre el descubrimiento de los huesos de Cuauthémoc, a través de radiografías y contactos en positivo de los mismos, así como escritos referentes a la placa de cobre hallada en la tumba con la inscripción 1525-1529 Rey, e´, S, Coatemo, algunos objetos de metal, piedras verdes pulidas, anillos de cobre y fragmentos de cristal de roca.

 

Para este estudio se reprodujeron por medio de fotocopias, las fotografías de los huesos de Cuauthémoc ubicadas en el archivo de Guzmán, llevando acabo su posterior desprendimiento del papel impreso. Al devolver simbólicamente la autonomía a los huesos, se alude a su realidad como objeto, no como documento. Más tarde fueron fotografiados de manera aislada dentro de un estudio, enfatizando su objetualidad y condición aurática como objetos sagrados de la comunidad de Ichcateopan (devocionales, veraces, valiosos), contrapuestos con el sentido de "documento de archivo", que el Estado ha impuesto dentro de una confusa trama historizante y que los ha convertido en archivos reproducibles, ínfimos, ilusorios. Esta pieza alude a los huesos del Tlatoani que se exhiben actualmente en el Templo de la Asunción en Ichcateopan, alejándose de la "representación de archivo" que el Estado ha mantenido por décadas. De esta manera los huesos del Tlatoani emergen contradictoriamente bajo un discurso que confronta la voz indígena hecha realidad contra el aparato de modernidad que ha creado el Estado desde la ilusión.