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Yacer /
A lo largo del tiempo, la tradición filosófica de occidente consideró el cuerpo como un instrumento por el cual se construía la conciencia del individuo y el conocimiento. El cuerpo se convierte en la significación del mundo que nos permite relacionarnos como especie humana, dotando de sentido nuestra naturaleza social, al mismo tiempo que nos define como seres individuales. El cuerpo podría considerarse como el despliegue de una subjetividad de los sentidos, a través de sus diversas gestualidades.
Dentro de los gestos primigenios del ser humano hay uno que podría considerase una especie de conector universal entre los hombres del pasado y el presente: el dolor. Como menciona José Luis Barrios "quizá nunca somos tan conscientes del tiempo como cuando éste se encarna en posibilidad de muerte. El dolor realiza esta posibilidad, en él se colapsa el tiempo hasta mostrarse como infinita magnitud e instante, infinita carnalidad donde entramos en la tierra incógnita, donde se nos recuerda que somos de carne y hueso."
Haciendo un recorrido por hospitales, clínicas y centros de atención a poblaciones en casos de emergencia y situaciones de desastres, decidí tomar como investigación el uso de la sábana blanca como metáfora del cuerpo en un estado latente de dolor. La sábana o paño, ha acompañado al ser humano prácticamente desde su origen como especie y su utilidad se ha preservado hasta nuestros días. Dicho objeto me ha permitido construir una visión arqueologizada de los individuos, donde pese a ser objetos técnicamente inmateriales, queda registrada la violencia, la enfermedad, el nacimiento, el dolor, la vida y la muerte; a través de grietas, fragmentaciones y desgarres. En estos objetos reutilizados en materia de asistencia médica, no son borradas del todo las huellas marcadas por el reposo del tiempo, haciendo de ellas un símbolo de piel humana con características disímiles.
Estas fotografías mínimas en contenido, materia, y forma; evocan la transitoriedad de la vida humana reducida a trazos de luz...
HR